DUBROVNIK, LA "PERLA DEL ADRIATICO". EL FIORDO MEDITERRANEO

Recorrido: Dubrovnik
Pernocta: Autocamp  Kupari. Kupari (8 km de Dubrovnik)

A las 9 estábamos ya en la parada del autobús que llegó 20 minutos después. Nos intriga una enorme valla publicitaria junto a la carretera con una fotografía de un militar que tan solo pone “General Ante Gotovina”. No es la primera que vemos ni será la última y también hemos visto como algunos conductores de autobuses la llevaban como si fuera la imagen de algún santo.

Tan solo en 15 minutos el autobús nos deja en la parte alta de la ciudad por lo que tenemos que descender hasta la ciudad antigua. Preguntamos a una joven y tenemos la gran suerte de que habla un poco de español mezclado con italiano, así es que mientras nos guía hasta las mismas puertas de la ciudad, responde a todas mis preguntas, que son muchas y una de ellas es sobre el complejo que vimos ayer en la playa de Kupari y nos dice que durante el Gobierno de Tito era un lugar de veraneo de los militares Yugoslavos y que durante la guerra se convirtió en un cuartel. Actualmente es propiedad del Gobierno que tendrá que decidir que hace con él.

Otra es sobre la identidad del General Ante Gotovina. Nos dice que es un héroe croata de la guerra y que actualmente está esperando en La Haya para ser juzgado por crímenes de guerra, pero que realmente él va a demostrar su inocencia. Posiblemente mi desconocimiento de la realidad y de la historia de este país, así como de la complejidad de hechos que ocurrieron durante la guerra y los sentimientos y emociones que afloraron y que se mezclaron con otras complicadas circunstancias me hacen sentir cierta perplejidad ante esta afirmación. Me resulta difícil comprender con los escasos datos de que dispongo, que parte o mayoría de la población piense que todo es un montaje cuando la comunidad internacional lo culpa de crímenes en una guerra donde se practicó el genocidio.

Cuando llegué a casa busqué información en internet sobre este general. La primera la encuentro en una noticia de “El mundo” de diciembre del 2005 y se titula “Gotovina, criminal de guerra”. Al parecer al mando de este general de 49 años, se recuperó en 1995  y en tan solo 72 horas, la región de la Krajina donde comenzó nuestra visita a Croacia, cerca del Parque Nacional de Plivitce. Según continua el diario, para ello “supervisó la matanza de 150 civiles serbios y la deportación forzosa de otros 200.000.” La operación se denominó “Tormenta” y a sus entonces 40 años, el general poseía un amplio pasado militar en la guerra de la ex Yugoslavia y como miembro de la Legión extranjera en Chad  y América Latina. Se le relaciona además con el robo a mano armada de un banco en el año 83 por lo que ya pasó un año en prisión y también se le acusa de frecuentar círculos de la extrema derecha y tener contactos con el líder ultraderechista Le Pen.

Sin embargo sus defensores afirman que los 150 serbios muertos lo hicieron víctimas  de ajustes de cuentas ya que muchos soldados croatas que eran originarios de la Krajina en su día fueron expulsados por los serbios 4 años atrás. Igualmente afirman que estas muertes son normales en una ofensiva que duro una semana y en la que soldados armados hasta los dientes pulularon sin control por un territorio de 20.000 km 2. Dudan también de que el General hubiera podido impedir estos asesinatos, siendo muy diferente que lo hubiera ordenado directamente, lo que sí sería condenatorio, pero 150 muertos no indica una política sistemática de asesinatos. En cuanto a la expulsión de los serbios de la Kranija he leido textualmente “quien a hierro mata a hierro muere” en clara alusión a que los serbios hicieron lo mismo con los croatas 4 años atrás, afirmando también que una consecuencia de la guerra son los refugiados y que abandonaron la zona por temor a venganzas o represalias. El saqueo y destrucción de propiedades de los serbios lo atribuyen a la propia naturaleza humana impulsados por el odio y en su deseo de venganza así como para asegurarse de que los serbios no volverían a un territorio que era y había sido croata.

Por último decir que la comunidad internacional pidió que este general  fuera entregado para ser juzgado cuando Croacia solicitó entrar formar parte de la Unión Europea, por lo que muchos piensan que es una moneda de cambio y el símbolo que faltaba para “pasar página en al historia de Croacia”. Que lo entregara España (fue detenido en Tenerife) les vino de perlas al gobierno Croata ya que si lo hubieran entregado ellos mismos “el país se hubiera sublevado”. En otras noticias leo algo sobre incidentes en las calles cuando el general fue detenido así como de manifestaciones en Belgrado de la población serbia solicitando que sean juzgados estos criminales. En fin, todo un rompecabezas cuya dimensión no alcanzo a comprender con la escasa información de que dispongo. Pero que cada uno trate de extraer, si puede,  sus propias conclusiones.

Ante la puerta de Pile, entrada principal a la ciudad, nos despedimos de nuestra improvisada guía quien nos aportó una valiosa información para comprender más a estas gentes  profundizando un poco más en su forma de ser. Realmente vamos encontrando gente muy amable en nuestro camino.

Entramos y ante nuestros ojos se extiende una gran calle que rectilínea cruza la ciudad. Pavimentada en brillante mármol travertino, a ambos lados se alzan blancos edificios de dos o tres plantas, elegantes, formando todo un conjunto armonioso y bello. La gente transita por esta calle, pero tenemos la gran suerte de que no hay mucha y podemos admirarla y disfrutar de esta belleza. Nos detenemos en la Velika Onofrijeva o fuente de San Onofre, de 16 caras y a la que llegaba el agua por un acueducto para adentrarnos en la ciudad pisando las desgastadas piedras de Placa. A izquierda y derecha se extienden deliciosas callejuelas rectas y estrechas muchas cuajadas de terrazas donde los distintos restaurantes ofrecen sus especialidades.  Y llegamos al final de Placa donde se alza la torre del reloj. 

A la izquierda aparece el palacio Sponza del XVI que alberga una pequeña exposición de fotografías de la guerra donde se puede contemplar la hermosa calle Placa destrozada por el fuego de los morteros y las llamas saliendo de algunos de los edificios.
A pesar de no ser una posición estratégica, en octubre de 1991 el  ejército yugoslavo, compuesto mayoritariamente de serbios y montenegrinos atacó la ciudad por tierra, mar y aire. Ésta, desarmada, fue asediada hasta mayo del 1992, cuando el ejército croata la liberó, con un balance de 114 muertos y 35000 desplazados. En tan solo un año 2000 proyectiles de todos los calibres impactaron en el interior de Dubrovnik. De los 824 edificios, 536 sufrieron sus efectos así como las dos terceras partes de sus tejados, la llamada “quinta fachada”.

Visitamos el palacio rector con un bonito patio interior, unas mazmorras y alguna otra dependencia;  la catedral, y nos desplazamos a lo largo de las murallas dejándolas a nuestra derecha para salir por la puerta de Ploce al puerto disfrutando de las vistas que desde aquí se ofrecen de la ciudad y sus  murallas.

En el interior de nuevo visitamos el monasterio dominico con un bonito claustro gótico que rodea un precioso jardín y desde allí recorrimos la calle Prijeko, paralela a la principal y cruzada por pequeñas callejuelas que trepan por la ladera,  cuajada de terrazas protegidas por la sombra de sus blancos edificios hasta el monasterio franciscano, con un elegante claustro románico y objetos de la 3ª farmacia mas antigua del mundo y que están en su museo, aunque, sinceramente, creo que es bastante mejor la farmacia de Santo Domingo de Silos.

A la salida, hordas de turistas recorrían las calles de la ciudad, siguiendo a sus correspondientes guías. No puedo remediar que me den siempre “repelús” estos grupos que literalmente invaden todo tipo de lugares dificultando que el resto de los visitantes nos movamos con agilidad y disfrutemos de las visita.

Y para terminar accedimos a las murallas, que rodean completamente toda la ciudad. Hace calor, pero es soportable y casi en romería, vamos recorriéndolas  y disfrutando de las vistas a derecha (el azul del mar) y a izquierda (el rojo de los tejados, que en un 90% parecen restaurados). El paseo nos muestra una de las más hermosas vistas de la ciudad: en el interior, los tejados rojos contrastan con la blanca piedra de los edificios y en el exterior, el mar Adriático sorprende una vez mas por sus tornasoladas transparencias y juego de colores.

En la puerta Pile nos paramos a  disfrutar de la deliciosa música con la que dos artistas trataban de ganarse la vida. Estupendamente interpretada en un escenario único…Y dejamos una de las ciudades más bonitas que haya visto donde curiosamente los contrastes y la armonía son el origen de su belleza.

De regreso, subimos bordeando las murallas que dejamos a nuestra derecha. Preguntamos a la gente, y una vez más nos muestran su amabilidad: uno nos regala un mapa y otro nos lleva a la parada. El autobús tarda en llegar pero matamos el tiempo charlando con una pareja de Guernica que han venido en avión y se alojan en un pueblo un poco más lejos que nosotros. Ya han visitado la bahía de Kotor y nos cuentan que se hizo algo pesado porque iban parando en todos los lugares y que en la frontera con Montenegro piden pasaportes y lo revisan todo. Angel no tiene pasaporte pero nuestra información es que no es necesario. Mañana veremos.

El autobús se avería una parada antes de la nuestra. David pregunta a un grupo de jóvenes que se decide por ir andando y nos dicen que estamos cerca. Si el siguiente autobús tarda media hora el paseo compensará. Así es que detrás de ellos y por una carretera casi sin arcén, comenzamos nuestro paseo. Ocho personas, en fila india y a buen paso. Ellos disfrutaron con nosotros. El primero, con una rama pelada en la mano, levantó el brazo y entre risas decía “folow the green branch”. Muy ingenioso. Nosotros mientras, nos entretuvimos en recoger algún que otro delicioso higo para la cena. Comentamos que en España maduran a mediados de septiembre. En 15 minutos estábamos ya en nuestra parada, y justo en ese momento, pasó el autobús. Ya en el camping, nos fuimos a la playa, pero el agua estaba sorprendentemente fría, así es que entré y salí como alma que lleva el diablo. Con curiosidad observamos una barca que se acercó a la playa y que resultó ser un vendedor de sandías. Regresamos, nos dimos una ducha, comimos y nos echamos una estupenda siesta hasta casi las 7 en que nos acercamos a un supermercado a otro lado de la carretera y tras guardar convenientemente las vituallas, regresamos  a la playa, pero el agua seguía helada, así es que renuncié al baño. Por la noche, dos buenas pizzas y de nuevo, se levantó ese vientecillo agradable que refrescó el ambiente y del que disfrutamos hasta irnos a dormir.

Montenegro: La Bahía/Fiordo de Kotor.

1 de agosto
Recorrido: Kupari-Kamenari-Perat-Risan-Dobrota-Kotor-Dobrota-Risan-Perat-Kupari. 180 km
Pernocta: Autocamp  Kupari. Kupari (8 km de Dubrovnik)

Partimos a las 9 hacia la bahía de Kotor en Montenegro. Pasamos por el Kamp Porto, a continuación del Kupari pero en el lado contrario. Parece tener buen aspecto, pero sombra escasa.

En la frontera, nos visan el pasaporte y a Angel le toman nota y le entregan un papel.

Muy cerca está la primera gran población y nada más pasarla, comenzamos a ver el fiordo. No sé como serán los del norte de Europa, pero éste es toda una belleza. Altas montañas cuyas laderas se deslizan suavemente hasta morir a la misma orilla y que parecen abrazar este trozo del mar Adriático que se ha introducido en la tierra. Un mar plácido, tranquilo de cristalinas aguas azuladas y de verde esmeralda que ofrece pequeños rincones junto a la carretera donde tomar un baño.

Recorrimos las tres cuartas partes del fiordo aunque en Kamerani estuvimos tentados a tomar un ferry hacia Lepetane, justo al otro lado, ahorrando un tramo considerable, pero al final decidimos hacerlo de regreso.

Dejamos atrás Perast que se recortaba a nuestra derecha junto con dos islotes, en uno de ellos debe haber un monasterio visitable.

Nuestro destino era Kotor, una población grande, con tráfico muy denso y atascado y donde no encontrábamos aparcamiento. Cuando pensabamos ya en irnos, hallamos uno a unos 5 minutos andando.

Kotor presenta una muralla que de forma casi imposible trepa por la ladera. Accedemos por una puerta al interior de la ciudad y de nuevo nos sorprende la armonia de sus casas de piedra blanca y sus calles soladas en mármol con callejuelas que se abren a alegres y luminosas plazas llenas de terrazas. En pocos metros llegamos a visitar una iglesia católica, otra ortodoxa y una protestante. Es una pequeña ciudad similar a Dubrovnik con mucho encanto y tranquilidad.

Salimos por la misma puerta y visitamos un mercado junto a la muralla. Angel cumple su sueño de comprar la mitad de una enorme sandía. También nos llevamos aceitunas de todas clases, higos, melocotones y un queso con nueces que casi cotizaba en bolsa (19€/kg). La moneda oficial es el euro.

Decidimos no hacer el regreso en el ferry ya que el tiempo empleado en llegar a él era casi el mismo que en recorrer medio fiordo y desconocíamos el precio para una autocaravana.

Paramos en un pequeño rincón junto a la carretera y de nuevo nos dimos un estupendo baño acompañados de pececillos de todos los tamaños y clases. No había nadie y tomé posesión de una tumbona que por cierto, estaba arreglada, tenía una pata rota. (Ellos arreglan lo que nosotros hubiéramos tirado). Y es que observamos en el poco tiempo que estuvimos, que el país parece ser también más pobre que Croacia. Muchos vehículos eran auténticas piezas de museo, y no digamos los coches de bomberos o las ambulancias. Parecían sacados de la serie “cuéntame” de los años 60-70.

Disfruté de unos minutos de sol en un marco que era incomparable segura de que en caso de que  los fiordos del norte de Europa ofrecieran esta posibilidad no podría realizarla. Discretamente sacamos la ducha por la ventana y nos quitamos la sal para comer después, de nuevo, al sol. En este sentido, me siento como en España.

De nuevo en la frontera, vemos como maleteros de turismos son abiertos, e incluso vaciados, suponemos que buscando alcohol o tabaco (lo que fuma esta gente…) ya que entre ambas fronteras hay un territorio “duty free” con varios comercios. Aquí hay lo que hace mucho tiempo hemos dejado de ver en Europa: frontera y aduana.

Son las 4,30 y tenemos dos opciones: quedarnos de nuevo en el camping de Kupari a donde previsiblemente llegaremos a las 5 o continuar unos 60 km hasta Prapatno en la península de Peljesac a donde llegariamos a partir de las 6 para tomar mañana un ferry a la isla de Mljet.

Al final decidimos quedarnos en Kupari y casi en la misma parcela que habíamos ocupado los dos días anteriores. Nos fuimos a la playa, pero el agua seguía fría. Ocupo el resto de la tarde “reorganizando” un poco la auto. Una vieja autocaravana llama nuestra atención. Realmente es una pieza de museo para viajar con mucha, mucha tranquilidad y disfrutarla.

Llega un autocar con familias a los que dejan en el camping. Entre ellas, una checa aproximadamente de nuestra edad con un niño pequeño, cuyas únicas posesiones son una pequeña tienda igloo. Ni sillas, ni mesas, ni ninguna otra “comodidad” similar. Realmente somos muy afortunados.

A las 2,15 de la mañana un grupo de jóvenes (parecen italianos) cantan y gritan como si estuvieran solos. He de recurrir de nuevo a mis milagrosos tapones.
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