MLJET, BELLLEZA PURA. KORCULA, LA CUNA DE UN VIAJERO

El Parque Nacional.

2 de agosto

Recorrido:Dubrovnik-Mali Ston-Prapatno-Sobra-Polace. 103 km
Pernocta: Camping alejado de la carretera principal


Nos levantamos a las 8,30 con mucha tranquilidad. Se me ocurre preguntar en recepción si en la isla de Mljet hay algún camping y para mi sorpresa la respuesta es afirmativa. Esto supone un cambio de planes ya que mi información era que no había camping por lo que pensábamos ir y volver en el día pero podemos ir a la isla por la tarde y pasar allí la noche para evitar una buena madrugada. Además nos dicen que no suele tener problemas de espacio.
Es el punto de inflexión del viaje.
Llegamos a Mali Ston, un bonito y pequeño puerto y un kilómetro más allá aparece Ston, con una increíble muralla que asciende de forma imposible por la ladera de la montaña y por la que se puede andar. Parece un sitio muy tranquilo lleno de restaurantes y terrazas. En su oficina de turismo nos confirman la existencia de 2 camping en la isla y los horarios de los ferrys. Continuamos hacia el ferry en busca de una playa idílica que habíamos leido que estaba en Ston, pero no la encontramos hasta llegar a Prapatno. A nuestra derecha aparece una bonita cala de azules y cristalinas aguas con los pinos en la misma orilla cuyos colores contrastan fuertemente con el pálido de ….la arena!, y es que esta playa es de arena. Quedamos seducidos por ella y decidimos pasar la mañana en esta joya  pero el aparcamiento está completo y no hay otro sitio ya que un poco más adentro, cerrando esta entrada de mar, hay un camping, así es que entristecidos nos dirigimos al muelle y cambiamos nuestros planes.

Decidimos tomar el ferry de las 13,00 y nos ponemos a la cola. Nos cuesta 300 kn (unos 50 €). El trayecto dura 40 minutos escasos y desembarcamos en otro pequeño muelle cerca de Sobra. Enseguida la carretera se abre: hacia el norte, Polace, Pomona y el Parque nacional y hacia el sur, una playa de arena.

Sobre la marcha tomamos dirección norte. La carretera es buena, con anchura suficiente pero en los pueblos, que son puertos de mar, se estrecha y se complica ya que los vehículos aparcados solo dejan paso a uno, pero afortunadamente no nos encontramos con ninguno en sentido contrario. Pasado este primer estrechamiento en Sobra, continuamos hacia el norte entre densos y tupidos bosques de pinos. Dejamos Polace casi sin enterarnos con unas preciosas habías con impresionantes veleros y yates anclados en unas aguas de un azul intenso y brillante que contrasta vivamente con el verdor de los pinos que están en la misma orilla. Un lujo para la vista. Pero estamos decepcionados. Hemos llegado al otro extremo de la isla sin ni siquiera sospechar donde se puede encontrar el parque nacional compuesto por dos lagos unidos por un estrecho canal y con un monasterio en una isla en uno de ellos. Nos cruzamos con un land rover español y están tan perdidos como nosotros. Comemos decepcionados e incluso llego a pensar en tomar el ferry de regreso.

Volvemos sobre nuestros pasos y deducimos que los lagos se llaman “jezero”. En un punto encontramos un grupo de coches aparcados en la cuneta, pero ésta, que parece dirigirse a los “jezero”, es muy estrecha y solo permite el paso de coche y medio. A punto de abandonar en un cruce, nos detenemos ante una nueva  indicación junto a un mapa detallado de la isla. Pensamos que posiblemente la señal que nos indica hacia la derecha debería llevarnos a los lagos. La carretera parece suficientemente ancha así es que sin saber su longitud nos lanzamos. A tan solo 1,5 km aparece un gran aparcamiento entre pinos y un alquiler de bicicletas por 20 kn/hora. Son las 4,30, alquilamos 4 bicis y pedaleando nos sumergimos en un frondoso bosque de pinos que nos lleva a lo que parece ser el primer lago: de nuevo esos tonos azules intenso mezclados con los verdes esmeralda y los pinos inclinándose hasta el mismo agua….otra belleza que no podemos comparar a las vistas hasta ahora.

Este país es sorprendentemente bonito y con una belleza que no es grandiosa, sino sencilla, de “andar por casa” pero por eso mismo, mucho más atractiva. Es también una belleza que nace de sus contrastes, pero estos contrastes tienen una fuerza especial y única en sí misma y pese a lo que cabría esperar, es una belleza armoniosa.

Llegamos al pequeño canal que une ambos lagos por donde la gente se dejaba arrastrar flotando pasando así de un lago a otro. Seguimos pedaleando y disfrutando de unas vistas paradisiacas hasta un poco más de un monasterio construido en un islote. Han pasado ya más de 30 minutos y decidimos regresar pero frente a este monasterio nos deleitamos con un estupendo baño: el agua está más caliente de lo habitual, totalmente remansada, tranquila, pura y transparente. De regreso vemos un grupo de turistas que parece esperar a un barco que los debe llevar al monasterio que se encuentra en la isla. Si hubieramos contratado esta excursión desde la isla de Korcula (como estuve tentada por resultar mucho más facil) estaríamos en uno de estos grupos. Me alegré entonces de haber tomado esta decisión.

Hora y media después dejamos las bicicletas pagando  2 horas completas. 

Nos dirigimos al camping. Habiamos visto dos, uno en la misma carretera, y por eso no nos gustó, y una señal por una estrecha carretera hacia otro. De camino a ellos veo una pelota en el centro que se mueve. La evito y paro. Pese a las quejas de Angel que me dice que imprudentemente me he parado en medio, voy hacia esta “bola” que resulta ser un erizo. Intento cogerlo con cuidado para retirarlo –no sabía cómo y giré las manos en el vacío a ver que posición era la mejor- pero se vuelve hacia mí con muy malas intenciones, así es que decido apartarlo a pequeñas pataditas.

Dejamos el camping de la carretera para tomar la estrecha desviación cruzando los dedos para que no viniera nadie de frente, lo que resulto. La carretera acaba  en un conjunto de 4 casas y una zona aterrazada donde hay tiendas de campaña. La dueña nos coloca en lo que parece el único sitio disponible para la autocaravana  y cerrando el paso a los que están en esta terraza y  nos dice que no es un “autokamp” sino un “kamp”. Pero resultó ser todo un acierto. La playa está después de una pronunciada bajada entre pinos y abundante vegetación donde unos pescadores descargan un par de morenas y una  langosta. El agua está helada y no me baño. El sitio es bonito, pero hay que tener muchas ganas para ir.

Tras cenar, el silencio nos invade, y tan solo es roto por el sonido de numerosos animales que parecen mantener animadas charlas nocturnas. Nunca por la noche había escuchado tal variedad de sonidos distintos y con una ausencia total de otros ruidos de fondo distintos de los propios de la naturaleza. Disfrutamos de una paz y quietud total. El cielo cuajado de diminutas estrellas que parecen iluminarlo  es uno de los más bonitos que haya visto. De vuelta de los baños un erizo pasea tranquilamente y solo después de nuestra insistencia con la linterna, parece molestarse y se esconde, desapareciendo entre los hierbajos. Delicioso lugar.

3 de agosto

El sur de la isla

Recorrido: Isla de Mljet-Prapatno-Orebic. 111 km
Pernocta: Camping Trstenica (Orebic)



Ponemos rumbo a la punta sur de la isla. Esta sigue siendo muy arbolada con pinos, robles, higueras…aunque la densidad de la vegetación es menor que en la parte norte. El mar presenta un azul intenso y brillante, tan tranquilo que se pueden distinguir las corrientes. A nuestra izquierda se abre una preciosa y acogedora bahía donde de nuevo los colores azules y verdes juegan con la luz. Atravesamos una pequeña población donde la carretera se vuelve a estrechar permitiendo el paso de un solo vehículo, pero en cuanto salimos recupera su tamaño habitual.

Y llegamos al final de la carretera y ante nuestros ojos se abre una bahía que quita el hipo, tan bella como la de Prapatno, de fina arena blanca con pinos en la misma orilla. Y lo mejor, casi sin gente. No nos podemos resistir a la seducción que ejerce sobre nosotros así es que tomamos unas toallas,  sombrillas, agua y un buen libro y decidimos instalarnos toda la mañana. El agua transparente y tranquila, la temperatura estupenda, no cubre y se puede andar. Hay varios veleros y barcos anclados que ponen una nota de color en el centro de esta hermosa cala. Es posible ver algún que otro lenguado que rápidamente se entierra desapareciendo ante nuestros ojos. Los chicos se pasaron toda la mañana en el agua, jugando a las palas, que curiosamente, son los únicos que las tienen. A la 13,15 regresamos a la auto y discretamente nos damos una ducha para quitarnos la sal. En el interior 31ºC frente a los 40 exteriores y al sol. Comemos y nos regalamos un helado, saliendo hacia el ferry que parte a las 4 de la tarde, y a esta hora en punto dejamos esta joya de belleza y tranquilidad que nos ha inyectado nuevas fuerzas.

El trayecto de regreso transcurre en animada conversación con una francesa, nieta de españoles que habla perfectamente castellano y que nos cuenta que hace 20 años estuvieron en Mostar. Las lágrimas se agolpaban en sus ojos cuando les contábamos lo que habíamos visto y afirmaron que no pensaban ir y que al igual que nosotros, no comprendían lo que había pasado. Cuando ellos visitaron el país, lo que entonces era la antigua Yugoslavia había de todo, cristianos, musulmanes, ortodoxos…conviviendo todos aunque en algunas zonas había mayoría de unos grupos o de otros.

Tras desembarcar nos dirigimos por la península de Peljesac hacia Orebic, con intención de embarcar hacia la isla de Korcula. Como durante todo nuestro viaje, playas tranquilas y deliciosas nos acompañaron durante nuestro recorrido, pero por el interior este paisaje fue sustituido por grandes extensiones de viñedos. Nos detuvimos en una de las muchas bodegas que había y compramos una botella de vino dulce, al precio de cualquier botella en España. Muy bueno, pero a mi gusto, resultó ser un tanto “cabezón”.

Al llegar a Orebic las cosas parecen torcerse con los camping: el primero lleno hasta la bandera de guiris como nosotros, el segundo de acceso imposible, el tercero que nos obliga a ir marcha atrás en plena pendiente al aparecer un turismo en sentido contrario y empieza a oler a neumático quemado y solo tras el 3 o 4 intentos conseguimos recular, en el cuarto solo hay sitio junto a la carretera, el quinto sospechosamente vacío y ya con el sexto parece que tenemos algo de suerte. El Trstenica. No parece una maravilla pero está junto a una deliciosa playa de arena y parece limpio y cuidado. Encargamos otra pizza pero la lluvia nos sorprendió cuando disfrutábamos de ella y nos tuvimos que guarecer en el interior.

Korcula, patria de Marco Polo

4 de agosto

Recorrido: Korcula-Lombarda-Zabalatica-Racisce. 97,5 km
Pernocta: Camping Vrbovice

Dejamos el camping para tomar el ferry a las 9,30 y que cada hora cubre el trayecto Orebic-Korcula.. Se forman tres colas para embarcar que luego se reducen a una y reina cierta anarquía. Alguien pretende poner cierto orden, pero no todas las veces lo consigue. Somos españoles y estamos acostumbrados a eso “del que más pueda”. Al principio pienso que posiblemente no haya sitio para todos, pero no es así. Esto es el primer dato sobre el carácter de los habitantes de esta peculiar isla que nos resultó algo “distinto” al de los habitantes del resto del país.


El trayecto dura tan solo 20 minutos. Desembarcamos a pocos kilómetros de la ciudad y una vez en ésta conseguimos aparcar en un hueco libre cerca de la entrada (20kn/hora). Entramos a ella atravesando una muralla y de nuevo aparece una calle central, recta, pavimentada en mármol y franqueada por blancos edificios a la que se asoman callejuelas, muchas de las cuales terminan en el azul intenso del mar. Arquitectura austera y elegante en la misma línea de todas las ciudades visitadas hasta ahora. Subimos a lo que dicen que es la torre de Marco Polo que no tiene nada especial excepto unas bonitas vistas.

Dejamos esta ciudad para dirigirnos hacia Lombarda, uno de los extremos de la isla (Sur Este) para lo cual atravesamos la población y tras dejarla atrás nos dirigimos a sus playas. A la llegada a una ermita la carretera se divide en dos. A nuestra izquierda nos asomamos a la playa de Bilizal  y continuando por nuestra derecha por una estrecha carretera que da la vuelta, llegamos a la playa de Velos Prazina, de arena, desarbolada y muy concurrida. Viniendo de donde veniamos no nos atrajo nada y dimos la vuelta poniendo rumbo hacia el Sur de la isla por una carretera que discurre por el centro hasta llegar a Cara y desde allí nos dirigimos a Zabalatica.


Aquí, la carretera se adentra en el pueblo, pero decidimos subir por otra que nos alejaba y que ascendía por la izquierda para llevarnos a una explanada sobre un acantilado. Nos asomamos y descubrimos una de las calas más bonitas que hayamos visto, la playa de Zitna de unos colores y belleza que nos dejan absolutamente impresionados. El azul intenso se mezcla con tonos azules más suaves que a su vez se mezclan y difuminan con  el verde esmeralda y éste con un verde más claro. La transparencia del agua muestra todo el fondo con variedad de tonos azulados. Alrededor los distintos tonos verdes de la vegetación contrastando con el color pálido de la orilla. Una auténtica preciosidad y totalmente aislada. Desde aquí,  podemos distinguir el fondo.Ni que decir tiene que fuimos de nuevo seducidos o casi “abducidos” y nos lanzamos hacia ella siguiendo un camino ancho que descendía hasta ella y que nos lleva tras 5 minutos de paseo. Hay una casa y gente que en su mayoría permanecen protegidos por la sombra de un enorme pino. El agua está más bien fría, pero ¡como no bañarme en un lugar así!.
(Coordenadas: N 42.91332. E 16.93831)
Tras comer decidimos intentar acercarnos a Pupnatska Kuca, dicen que la mejor playa de la isla –cómo tendrá que ser para mejorar ésta-. Sobre el mapa, la carretera amarilla se convierte en blanca y sobre la realidad, en la “blanca” hay unos tremendos agujeros así es que decidimos darnos la vuelta y regresar por donde habíamos venido.

Nos dirigimos al norte de la isla, hasta Racisce y de camino vamos “echando un ojo” a los campings que aparecen a la largo de ella. La carretera tiene buen firme, ancho justo y es muy bonita, con el mar siempre a nuestra derecha, pero conducen como locos y aparcan donde les apetece. Son totalmente anárquicos.
Racisce es un pueblo encantador de pescadores tranquilo y pequeño, recogido en un pequeño rincón. Aquí finaliza la carretera  por lo que damos la vuelta en busca de un camping.

De los tres que vimos, dos parecen solo para tiendas, y en el tercero, más cercano a la ciudad de Korcula (Vrbovice), vemos autocaravanas. Entramos a lo largo de un camino que se dirige hacia la playa dejando a derecha e izquierda pedazos aterrazados. Nos atiende una señora mayor que es todo un poema: en zapatillas de invierno, con calcetines blancos, con una bata….sólo habla croata así es que llama a su marido quien con una tranquilidad pasmosa, aparece. La “pinta” de este señor no es mejor que la de su mujer: descamisado, un poco desaseado y tuerto. De esto último él no tiene la culpa, pero si se suma al resto del aspecto exterior nos preguntamos en dónde nos hemos metido. Nos muestra un sitio bastante aceptable, pero cuando le decimos que es solo para una noche nos envía a una especie de aparcamiento sin sombra alguna. Me quejo amargamente y él pide a “meu amico”, un italiano, que se comunique con nosotros. A través de él nos dice que el primer sitio es para dos autocaravanas (una después de la otra, cerrándose el paso, pero bueno) y que para 1 noche no es. Cuando le digo que no hay sombra, me dice que quedan solo 2 horas de sol y como no me ve conforme me devuelve los pasaportes. El improvisado traductor italiano“meu amico del ojo-pipa”, -como así le puso de mote Angel- se siente avergonzado y nos dice en inglés que él no es el jefe, así es que nos tenemos que conformar.

Lo mejor,  la playa, de piedras pero solo para el camping, recogida y con una temperatura del agua estupenda;  y para reirse –si se tiene buen humor-, las duchas: una mampara en el centro que separa de duchas que comparten una misma cortina. Tiras para un lado y dejas al otro con el culo al aire. Y no tiene puerta exterior, por lo que es mejor vestirse dentro de la auto. La alcachofa de la ducha…un chiste: sale un chorro de agua caliente estupendo para las cervicales pero que hace un agujero. Le das al agua fría y te congelas. Los grifos roñosos e incluso hay suciedad en los baños. Y la mujer del “ojo-pipa” extrañada de que no hubiera ese año alemanes. Lo raro es que hubiera gente en el camping, e incluso, si me apuran más, que haya gente por la isla. En realidad no hemos visto alemanes, y tan solo 2 ó 3 autocaravanas, pero de italianos y holandeses. La isla es tan solo para visitar la ciudad y dar una vuelta por ella, pero para nosotros no presentó mayor atractivo, además de esta playa.

Con esto último pudimos comprobar que el carácter de los habitantes de esta isla es algo peculiar y  distinto al de los del resto del país. Y lo que Toni de Ros cuenta en su relato, en concreto en Lombarda, lo confirma más.

Para continuar leyendo, pinchar en "las cascadas del Krka", parte inferior izquierda